LOS HUNOS.
Historia.-
Los hunos fueron una tribu bárbara que invadió Italia en el año 451. Aun que, a inicios del siglo V se consolidó su imperio y ya eran conocidos por los romanos. Una tribu de origen oscuro, (a la cual se le relaciona con los xiongnu, una tribu China), se le atribuye que fueron una raza desleal, salvaje, cruel, voluble y muy apasiodana por el oro; que vestían con pieles de ratón salvaje o cabra, que comían raíces y carne cruda, que carecían de viviendas y de dioses, por ello no se satisfacían con nada y no poseían escrúpulos; aunque eran considerados muy buenos guerreros.
En el siglo IV dominaban extensiones de tierra entre los ríos Don, Volga y Danubio, junto con los mares Báltico y Negro. Habían sometido a los Germanos, Alanos y Sármatas al paso de sus conquistas. Allí encontraron un Imperio romano ya dividido en Oriente y Occidente desde hace un siglo.
Luego de haber sido expulsados por el imperio Chino, y apartados por su muralla, se mezclaron con otros grupos que vivían en las estepas rusas. Con la llegada de los hunos, el imperio romano de occidente se vio siendo asediado por los pueblos bárbaros que querían invadir el territorio. Eran violentos invasores maestros en estrategias militares, los mejores jinetes y excelentes arqueros.
Tuvieron varios enfrentamientos a partir del siglo IV, iniciando con el ataque hacia los Alanos, luego avanzando hacia el río Dniéper donde derrotaron a los Ostrogodos en el año 370, y por último en el año (376-382) comenzaron la guerra gótica contra los Visigodos.
Sin embargo en el año 378 éstos últimos se rebelaron contra los romanos, saqueando varias ciudades y derrotando al en ese entonces emperador Valente. Lograron extenderse por los Balcanes. El caos fue aprovechado por el rey de los Hunos, Rua, a quién atacó con tal fuerza que provocó que el rey Teodosio II hiciera un pacto de la entrega de 160 kg de oro por la paz. Al morir el rey Rua dejó su trono a sus sobrinos Bleda y Atila, ellos reanudaron la paz a cambio de duplicar el tributo anual.
"Prisco de Panio, quien conoció a Atila, lo describe como un hombre bajo, robusto, de gran cabeza, ojos hundidos, nariz chata, barba rala y de costumbres austeras."
Así, los hunos se dirigen al este, desde el mar Negro hasta el mediterráneo, con políticas más agresivas, atacando ciudades y derrotando a los romanos en las batallas, al finalizar cercaron Roma, la capital del imperio. Lastimosamente su expansión tuve límite en el imperio romano de occidente.
Con este fin, convocó a los mejores constructores del mundo y especialistas de la época. Ordenó que construyeran el mausoleo con mármol, el cual fue transportado en carretas tiradas por bueyes, búfalos, camellos y elefantes desde las canteas. El otro material más común es la arenisca roja, utilizada en fuertes y palacios musulmanes de periodos anteriores de Shah Jahan.
Cuenta la leyenda que, terminado en 1653, el emperador cegó y apuntó las manos de los arquitectos y artífices de la obra, para que nada pudiera opacar la majestuosidad del Taj Mahal.
Dirigida por Jean-Jacques Annaud en 1986, se basa en la excelente novela del mismo nombre, escrita por Umberto Eco en 1980. Eco es un escritor excepcional, que combina la literatura, la historia, la investigación y la academia. El éxito popular de la película fue grande, tal como había sucedido con la novela. Como pasa fácilmente con las películas basadas en novelas de alta calidad, la crítica fue con frecuencia dura, señalando que traicionaba el libro, o que no estaba a la altura de la obra literaria.
La película se centra en dos personajes, el franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo el joven novicio Adso de Melk, quienes llegan a una abadía benedictina en las montañas italianas, famosa por su biblioteca, llena de obras únicas, restringidas a los especialistas. Guillermo, ha venido a la abadía para participar en una reunión entre los delegados del Papa y los líderes de la orden franciscana, para resolver problemas doctrinales. Pero el éxito de este encuentro se ve amenazado por una serie de muertes. Guillermo, auxiliado por Adso, se sirve de su inteligencia, de su capacidad de observación y de su sentido común para resolver toda una serie de misterios.
La inteligencia y los métodos racionales de Guillermo deben enfrentarse a las supersticiones, a la ignorancia, al fanatismo y a la decadencia de monjes, inquisidores y prelados. Se crea, de esta forma, un ambiente de novela policíaca que supera con ventaja a las mejores de Sherlock Holmes.
Es grande el desafío que tuvo que enfrentar Annaud para llevar la novela al cine. El lenguaje de Eco es refinado, la historia es muy rica en detalles y se desarrolla a modo de laberinto, los personajes son diversos, cada uno atractivo y misterioso. El lugar es protagonista en la novela: la abadía, sus espacios y su rica biblioteca medieval, plena de tesoros antiguos, una de las especialidades de Eco. Creo que el director lo ha resuelto todo bastante bien y al final ha descifrado su propio laberinto en forma digna y respetuosa con la novela.
Debo decir que me encantan las actuaciones de Sean Connery. Me impresiona la forma en que ha desarrollado su rica carrera como actor, desde las viejas épocas de James Bond hasta sus recientes papeles de hombre maduro, inteligente, sabio. En esta película desempeña tres roles: el de Guillermo de Baskerville, el del actor maestro que educa a su coprotagonista Christian Slater (el novicio Adso de Melk) y el de lector encantado con la obra de Eco, que va viviendo y descubriendo el sentido oculto de la trama a medida que la recorre.
Slater se deja llevar y en esta forma nos lleva también a los espectadores, que nos unimos a él en la curiosidad por los misterios, en la admiración por la sagacidad de Guillermo y por la calidad artística de Connery, en el impacto y la sorpresa ante la continua novedad que ofrece un sitio lleno de misterio y de extraños personajes, como la abadía.
Esta es una película de laberintos. Un laberinto es un lugar formado por pasajes y encrucijadas, intencionadamente enredadas para confundir a quien se atreva a adentrarse. Es un laberinto la Edad Media, con sus intrincados debates teológicos, morales y filosóficos; lo es la inquisición: quien cae en sus redes, por inteligente que sea, puede no encontrar la salida; son laberintos las mentes de los monjes del monasterio, atormentadas por miedos, soledades, dudas, fanatismos, egoísmos y frustraciones; es un laberinto la abadía, con su compleja estructura ideológica, económica y espacial, rica en imágenes, ritos, cantos, prohibiciones, reglamentos y oficios. El símbolo de todo esto es el laberinto de la biblioteca, que se constituye en la novela en tema central y en la película en rica imagen, como sacada de un dibujo de Maurits Cornelis Escher.
¿Cómo llevar a los espectadores por estos laberintos, de manera que no se sientan derrotados y perdidos en la complejidad? Eco lo logra en su novela con habilidad de maestro consumado, que no pierde el hilo de la explicación, pero que a su vez no hace concesiones a sus alumnos lectores: ellos deben, a su vez, comprometerse con la lectura y meterse en las historias, documentadas pero entretenidas. Más difícil es para Annaud, que solo cuenta con dos horas de atención por parte de los espectadores, en las cuales deben entrar y salir del laberinto. Afortunadamente, el guión y la actuación han estado a la medida.
Guillermo (Sean Connery) recorre laberintos, como diciendo las palabras del pintor René Magritte: "Lo que tú ves no es lo que yo veo y lo que tú crees que ves no es lo que yo creo que veo". Así, con esta visión de contrastes, Guillermo recorre las mentes y los espacios, capaz de ver lo que está oculto en los laberintos y detrás de los espejos y de visualizar lo que sucede en las mentes tortuosas e indescifrables de los seres humanos.
En cuanto a su discípulo Adso (Christian Slater), va siguiendo a su maestro, como dice Lope de Vega "Dando voy pasos perdido / Por tierra que toda es aire / Que sigo mi pensamiento / Y no es posible alcanzarle". Lo hace como joven inquieto y admirado, que se pierde en sus propios pensamientos y conjeturas, a la vera de su sabio maestro de mente despierta y superior.
La fotografía y el maquillaje son memorables. Monjes de caras extrañas, a la vez repulsivas y atrayentes; instrumentos de ciencia y de tortura medieval; escenas de sangre y de devoción; serenos espacios, scriptoriums y templos; estantes repletos de libros incunables; imponentes edificios medievales. Son preciosas las escenas en la habitación de los protagonistas, entrada la noche: Adso se duerme pensando muchas cosas, lleno de preguntas; Guillermo enseña, responde, estudia, planea; la iluminación en claroscuro es una obra de arte. En las mañanas, el alba, las montañas lejanas, son registradas en bellas tomas, poco usuales en el cine, que casi nunca recoge amaneceres.
El lenguaje y los diálogos muestran diseño, buen trato. Dice Guillermo: "Cuando una roca cae, ya no hay lugar para el diablo"; es decir, la ciencia experimental destruye las explicaciones mágicas y fantasiosas. O, "la distancia entre la visión extática y el frenesí pecador es demasiado corta", para que Adso sepa que hay un equilibrio inteligente en la vida. Y éstas, "a las ratas les gusta más el pergamino que a los sabios", reflexionando sobre la excelsa biblioteca de la abadía, más visitada por las ratas que por los lectores; "Si tuviera respuestas para todo estaría enseñando teología en París", para indicarle a Adso que el hombre de ciencia práctico a veces se queda sin respuestas, ya que no maneja verdades reveladas.
Ha sido un buen ejercicio volver a ver esta película, para recrear el sentido de la búsqueda razonada de las verdades ocultas, con una dosis de humor, con sentido respetuoso por las personas y por los hechos, con curiosidad y propósito inagotables. Pienso que el maestro detrás de estas enseñanzas es Umberto Eco y que Jean-Jacques Annaud fue su digno transmisor, con la eficaz ayuda de Sean Connery.
La película consiguió un total de dieciseis premios en distintos festivales y concursos internacionales, entre ellos el César de la Academia francesa a la mejor película extranjera en 1987 y dos Premios BAFTA británicos: uno para Sean Connery como mejor actor y otro para Hasso von Hugo por el mejor maquillaje en 1988.
BIBLIOGRAFÍA:
Martínez, A. (2018). En el nombre de la rosa. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=278Xcp9K8dQ
En el siglo IV dominaban extensiones de tierra entre los ríos Don, Volga y Danubio, junto con los mares Báltico y Negro. Habían sometido a los Germanos, Alanos y Sármatas al paso de sus conquistas. Allí encontraron un Imperio romano ya dividido en Oriente y Occidente desde hace un siglo.
Luego de haber sido expulsados por el imperio Chino, y apartados por su muralla, se mezclaron con otros grupos que vivían en las estepas rusas. Con la llegada de los hunos, el imperio romano de occidente se vio siendo asediado por los pueblos bárbaros que querían invadir el territorio. Eran violentos invasores maestros en estrategias militares, los mejores jinetes y excelentes arqueros.
Tuvieron varios enfrentamientos a partir del siglo IV, iniciando con el ataque hacia los Alanos, luego avanzando hacia el río Dniéper donde derrotaron a los Ostrogodos en el año 370, y por último en el año (376-382) comenzaron la guerra gótica contra los Visigodos.
Sin embargo en el año 378 éstos últimos se rebelaron contra los romanos, saqueando varias ciudades y derrotando al en ese entonces emperador Valente. Lograron extenderse por los Balcanes. El caos fue aprovechado por el rey de los Hunos, Rua, a quién atacó con tal fuerza que provocó que el rey Teodosio II hiciera un pacto de la entrega de 160 kg de oro por la paz. Al morir el rey Rua dejó su trono a sus sobrinos Bleda y Atila, ellos reanudaron la paz a cambio de duplicar el tributo anual.
"Prisco de Panio, quien conoció a Atila, lo describe como un hombre bajo, robusto, de gran cabeza, ojos hundidos, nariz chata, barba rala y de costumbres austeras."
Así, los hunos se dirigen al este, desde el mar Negro hasta el mediterráneo, con políticas más agresivas, atacando ciudades y derrotando a los romanos en las batallas, al finalizar cercaron Roma, la capital del imperio. Lastimosamente su expansión tuve límite en el imperio romano de occidente.
Cosmovisión.-
La religión de los hunos es muy poco conocida, se la llamaba "Tengrianismo". Tenían una especial al caballo, y lo consideraban una de sus figuras sagradas (se conoce de sobra lo buenos jinetes que eran, se decía que unos hombres aprenden a montar caballo y que ellos nacían montados en él). Fuentes romanas suelen referirse a los hunos como individuos carentes de dios y moral, sin creencia en el valor otra vida aparte de la suya; aunque se conocía que tenían algo parecido a chamanaes o brujos en su tribu, especializados en la adivinación a partir del examen de restos y huesos de animales.
Se interesaban por oro, para adornos, a pesar de la fama que se otorgó a este imperio por parte de los romanos, y a su rey Atila, según algunos historiadores los hunos fueron un imperio de expansión y colonización, sí, más sin embargo se define a Atila como un lider muy pacífico, con suntuosos cantidades de requisas, las cuales eran utilizadas únicamente en fechas importantes.
Bibliografía.-
- EcuRed. (2019). Hunos (etnia). Recuperado de: https://www.ecured.cu/Hunos_(etnia)
- National Geographic. (21/feb/2017). Atila, rey de los hunos, la pesadilla de Roma. recuperado de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/atila-rey-hunos-pesadilla-roma_6288/7
- Latoire, D. (26/feb/2019). Los hunos y Atila. Recuperado
- Latoire, D. (26/feb/2019). Los hunos y Atila. Recuperado
TAJ MAHAL
Construido entre los años 1631 y 1654 en la ciudad de Agra, India, a orillas del río Yamuna por el emperador musulmán Shah Jahan de la dinastía mongol, a lo contrario de lo que muchos creen el Taj Mahal no es un palacio, se trata de un mausoleo (monumento funerario) que lleva detrás una historia de amor.
Se cuenta que cuando Arjumand y Khurram se conocieron, hacia el año 1607, el joven quedó prendado de la joven y se comprometió inmediatamente con ella, a pesar de que solo contaba con 14 años de edad. Y a partir de ese momento, se convistió en el amor indiscutible de su vida.
Sin embargo, la pareja tuvo que aguardar 5 años para la ceremonia nupcial. Tras la boda, Khurram encontró a su nueva esposa con una apariencia y carácter superior a las otras mujeres desu época, por lo que le otorgó el título de Mumtaz Mahal Begum, la elegida del palacio. Ella era descrita como una mujer cálida, sin aspiraciones políticas, que solía intervenir a favor de los pobres y los desamparados. En cuanto a su apariencia, la glorifican como una persona de una suma belleza, gracia, delicadeza y compasión.
A lo largo de su matrimonio de 19 años, la pareja mantuvo una relación estrecha y de gran confianza, y Khurram pasó a ascender al trono como Shah Jaham. Tuvieron al rededor de 14 hijos, de los cuales solo 10 sobrevivieron. De hecho Mumtaz Mahal murió mientras daba a luz al último de ellos en 1631, una niña llamada Gauhara Begum. Fue sepultada temporalmente en un jardín amurallado comocido como Zainabad, construido por un tío del emperador a orillas del río Tapti.
Como cabe suponer, el dolor hizo de la vida de Shah Jahan insoportable. Vistió de luto, reapareció, el pueblo quedó atónito de verlo tán envejecido y demacrado en apenas unos pocos meses. Tenía el cabello canoso, arrugas y caminaba encorvado. Su hija mayor, Jahanara Begum, tuvo que apoyarlo para que retornase las riendas del imperio, y terminó ocupando el puesto de su madre en la corte.
Pero el emperador nunca tuvo intenciones de abandonar a su amada en Burhanpur, de manera que, en 1631 ordenó la exhumación e hizo que Jahanra Begum y su hijo, Muhammad Shuja, lo transportaran en un fétero de oror hasta la ciudad imperial de Agra, donde lo sepultó en un pequeño edificio junto al río Yamuna. Fue entonces cuando el viudo se propuso diseñar un monumento espléndido para honrar al amor de su vida.
A lo largo de su matrimonio de 19 años, la pareja mantuvo una relación estrecha y de gran confianza, y Khurram pasó a ascender al trono como Shah Jaham. Tuvieron al rededor de 14 hijos, de los cuales solo 10 sobrevivieron. De hecho Mumtaz Mahal murió mientras daba a luz al último de ellos en 1631, una niña llamada Gauhara Begum. Fue sepultada temporalmente en un jardín amurallado comocido como Zainabad, construido por un tío del emperador a orillas del río Tapti.
Como cabe suponer, el dolor hizo de la vida de Shah Jahan insoportable. Vistió de luto, reapareció, el pueblo quedó atónito de verlo tán envejecido y demacrado en apenas unos pocos meses. Tenía el cabello canoso, arrugas y caminaba encorvado. Su hija mayor, Jahanara Begum, tuvo que apoyarlo para que retornase las riendas del imperio, y terminó ocupando el puesto de su madre en la corte.
Pero el emperador nunca tuvo intenciones de abandonar a su amada en Burhanpur, de manera que, en 1631 ordenó la exhumación e hizo que Jahanra Begum y su hijo, Muhammad Shuja, lo transportaran en un fétero de oror hasta la ciudad imperial de Agra, donde lo sepultó en un pequeño edificio junto al río Yamuna. Fue entonces cuando el viudo se propuso diseñar un monumento espléndido para honrar al amor de su vida.
Cuenta la leyenda que, terminado en 1653, el emperador cegó y apuntó las manos de los arquitectos y artífices de la obra, para que nada pudiera opacar la majestuosidad del Taj Mahal.
Para las decoraciones, el emperador hizo traer turquesas tibetanas, lapislázuli afgano, zafiros ceilaneses y cornalinas de Arabia. En total, el mármol de la tumba de Mahal quedó incrustado con 28 tipos de piedras semipreciosas y gemas, incluyendo diamantes. Al morir Shah Jahan en lugar de poseer un mausoleo propio fue enterrado con su amada.
Bibliografía.-
- National Geographic. (20/feb/2018). Sha Jahan construyó el Taj Mahal en recuerdo a su esposa. Recuperado de : https://historia.nationalgeographic.com.es/a/sha-jahan-construyo-taj-mahal-recuerdo-su-esposa_9382
- National Geographic. (9/fen/2019). Las historias que se ocultan tras el Taj Mahal. Recuperado de: https://www.ngenespanol.com/el-mundo/historia-de-amor-del-taj-mahal-india/
EN EL NOMBRE DE LA ROSA
Una de las cosas bellas
de esta época es la facilidad con la que cualquiera puede revivir los gustos
del cine. Al alcance de la mano está ver una y otra vez una película, sea
en el teatro, en casa o en cualquier sitio de la red. Los detalles se pueden
observar con calma y la historia adquiere sentido renovado. Con ese espíritu he
vuelto a ver El nombre de la rosa.
Dirigida por Jean-Jacques Annaud en 1986, se basa en la excelente novela del mismo nombre, escrita por Umberto Eco en 1980. Eco es un escritor excepcional, que combina la literatura, la historia, la investigación y la academia. El éxito popular de la película fue grande, tal como había sucedido con la novela. Como pasa fácilmente con las películas basadas en novelas de alta calidad, la crítica fue con frecuencia dura, señalando que traicionaba el libro, o que no estaba a la altura de la obra literaria.
La película se centra en dos personajes, el franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo el joven novicio Adso de Melk, quienes llegan a una abadía benedictina en las montañas italianas, famosa por su biblioteca, llena de obras únicas, restringidas a los especialistas. Guillermo, ha venido a la abadía para participar en una reunión entre los delegados del Papa y los líderes de la orden franciscana, para resolver problemas doctrinales. Pero el éxito de este encuentro se ve amenazado por una serie de muertes. Guillermo, auxiliado por Adso, se sirve de su inteligencia, de su capacidad de observación y de su sentido común para resolver toda una serie de misterios.
La inteligencia y los métodos racionales de Guillermo deben enfrentarse a las supersticiones, a la ignorancia, al fanatismo y a la decadencia de monjes, inquisidores y prelados. Se crea, de esta forma, un ambiente de novela policíaca que supera con ventaja a las mejores de Sherlock Holmes.
Es grande el desafío que tuvo que enfrentar Annaud para llevar la novela al cine. El lenguaje de Eco es refinado, la historia es muy rica en detalles y se desarrolla a modo de laberinto, los personajes son diversos, cada uno atractivo y misterioso. El lugar es protagonista en la novela: la abadía, sus espacios y su rica biblioteca medieval, plena de tesoros antiguos, una de las especialidades de Eco. Creo que el director lo ha resuelto todo bastante bien y al final ha descifrado su propio laberinto en forma digna y respetuosa con la novela.
Debo decir que me encantan las actuaciones de Sean Connery. Me impresiona la forma en que ha desarrollado su rica carrera como actor, desde las viejas épocas de James Bond hasta sus recientes papeles de hombre maduro, inteligente, sabio. En esta película desempeña tres roles: el de Guillermo de Baskerville, el del actor maestro que educa a su coprotagonista Christian Slater (el novicio Adso de Melk) y el de lector encantado con la obra de Eco, que va viviendo y descubriendo el sentido oculto de la trama a medida que la recorre.
Slater se deja llevar y en esta forma nos lleva también a los espectadores, que nos unimos a él en la curiosidad por los misterios, en la admiración por la sagacidad de Guillermo y por la calidad artística de Connery, en el impacto y la sorpresa ante la continua novedad que ofrece un sitio lleno de misterio y de extraños personajes, como la abadía.
Esta es una película de laberintos. Un laberinto es un lugar formado por pasajes y encrucijadas, intencionadamente enredadas para confundir a quien se atreva a adentrarse. Es un laberinto la Edad Media, con sus intrincados debates teológicos, morales y filosóficos; lo es la inquisición: quien cae en sus redes, por inteligente que sea, puede no encontrar la salida; son laberintos las mentes de los monjes del monasterio, atormentadas por miedos, soledades, dudas, fanatismos, egoísmos y frustraciones; es un laberinto la abadía, con su compleja estructura ideológica, económica y espacial, rica en imágenes, ritos, cantos, prohibiciones, reglamentos y oficios. El símbolo de todo esto es el laberinto de la biblioteca, que se constituye en la novela en tema central y en la película en rica imagen, como sacada de un dibujo de Maurits Cornelis Escher.
¿Cómo llevar a los espectadores por estos laberintos, de manera que no se sientan derrotados y perdidos en la complejidad? Eco lo logra en su novela con habilidad de maestro consumado, que no pierde el hilo de la explicación, pero que a su vez no hace concesiones a sus alumnos lectores: ellos deben, a su vez, comprometerse con la lectura y meterse en las historias, documentadas pero entretenidas. Más difícil es para Annaud, que solo cuenta con dos horas de atención por parte de los espectadores, en las cuales deben entrar y salir del laberinto. Afortunadamente, el guión y la actuación han estado a la medida.
Guillermo (Sean Connery) recorre laberintos, como diciendo las palabras del pintor René Magritte: "Lo que tú ves no es lo que yo veo y lo que tú crees que ves no es lo que yo creo que veo". Así, con esta visión de contrastes, Guillermo recorre las mentes y los espacios, capaz de ver lo que está oculto en los laberintos y detrás de los espejos y de visualizar lo que sucede en las mentes tortuosas e indescifrables de los seres humanos.
En cuanto a su discípulo Adso (Christian Slater), va siguiendo a su maestro, como dice Lope de Vega "Dando voy pasos perdido / Por tierra que toda es aire / Que sigo mi pensamiento / Y no es posible alcanzarle". Lo hace como joven inquieto y admirado, que se pierde en sus propios pensamientos y conjeturas, a la vera de su sabio maestro de mente despierta y superior.
La fotografía y el maquillaje son memorables. Monjes de caras extrañas, a la vez repulsivas y atrayentes; instrumentos de ciencia y de tortura medieval; escenas de sangre y de devoción; serenos espacios, scriptoriums y templos; estantes repletos de libros incunables; imponentes edificios medievales. Son preciosas las escenas en la habitación de los protagonistas, entrada la noche: Adso se duerme pensando muchas cosas, lleno de preguntas; Guillermo enseña, responde, estudia, planea; la iluminación en claroscuro es una obra de arte. En las mañanas, el alba, las montañas lejanas, son registradas en bellas tomas, poco usuales en el cine, que casi nunca recoge amaneceres.
El lenguaje y los diálogos muestran diseño, buen trato. Dice Guillermo: "Cuando una roca cae, ya no hay lugar para el diablo"; es decir, la ciencia experimental destruye las explicaciones mágicas y fantasiosas. O, "la distancia entre la visión extática y el frenesí pecador es demasiado corta", para que Adso sepa que hay un equilibrio inteligente en la vida. Y éstas, "a las ratas les gusta más el pergamino que a los sabios", reflexionando sobre la excelsa biblioteca de la abadía, más visitada por las ratas que por los lectores; "Si tuviera respuestas para todo estaría enseñando teología en París", para indicarle a Adso que el hombre de ciencia práctico a veces se queda sin respuestas, ya que no maneja verdades reveladas.
Ha sido un buen ejercicio volver a ver esta película, para recrear el sentido de la búsqueda razonada de las verdades ocultas, con una dosis de humor, con sentido respetuoso por las personas y por los hechos, con curiosidad y propósito inagotables. Pienso que el maestro detrás de estas enseñanzas es Umberto Eco y que Jean-Jacques Annaud fue su digno transmisor, con la eficaz ayuda de Sean Connery.
La película consiguió un total de dieciseis premios en distintos festivales y concursos internacionales, entre ellos el César de la Academia francesa a la mejor película extranjera en 1987 y dos Premios BAFTA británicos: uno para Sean Connery como mejor actor y otro para Hasso von Hugo por el mejor maquillaje en 1988.
BIBLIOGRAFÍA:
Martínez, A. (2018). En el nombre de la rosa. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=278Xcp9K8dQ
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